Clown: un puente en la mirada

 

La práctica del clown, está íntimamente ligada a la capacidad de generar complicidad con el público. La herramienta principal para construir ese puente es la mirada.

Las clases de clown  dan lugar a la búsqueda de este estado de libertad y entrega generosa. Esta es la base del entrenamiento y se apoya en el juego. Porque la capacidad lúdica implica las ganas y el compromiso de generar una realidad que no pre existe, hacerla real y habitarla. Todo ello con un solo fin: disfrutar y hacer disfrutar.

 

» Va ser tan lindo hacer un puente, sobre el mar, sólo para vos.  Va a ser hermoso hacer un puente, de verdad, sólo para vos».

La Franela, Hacer un puente.

La importancia del juego reside en la vivencia de verdad en lo que estamos jugando. Creer para crear. Hacer un mundo de un globo, una tela o una silla. Habitar la alegría, la ternura y la idiotez de amar lo pequeño abre el mundo del corazón.

Como dice Jesús Jara el clown es un navegante de emociones.

Puedes leer más sobre la aventura que es  este proceso aquí.

Vencer el miedo al ridículo

Muchas veces se dice que el clown ayuda a vencer el miedo al ridículo. ¿Qué es el ridículo? Veamos 

Ridículo1, ridícula:
adjetivo
  1. 1.
    Que provoca risa o burla por resultar muy extraño, grotesco, extravagante, etc.
    «ese rasgo tenido por ridículo se ha hecho tan corriente y normal que ya a nadie le llama la atención»
  2. 2.

    Que es escaso, pequeño o menor de lo que podría o debería ser.

    patricia davis clown
    «un sueldo ridículo»

Podría decirse que nos sentimos en ridículo cuando lo que hacemos provoca risa, pero eso no es lo que estamos buscando.

Sin embargo en clown amamos la risa, es más, amamos provocar la risa. Eso nos da un lugar legítimo que para nada reduce la imagen que las demás personas pueden tener de nuestra persona. Más bien lo contrario, cuando hacemos reír a alguien, rápidamente siente cariño, cercanía.

Clown es generosidad

Esta entrega a la risa ajena requiere estar cerca, estar pendiente del deseo de otra persona. Pero no desde el sacrificio, sino desde el placer de hacer reír. Porque es la risa que recibimos del público lo que nos alimenta.

Podemos perpetuar un juego todo el tiempo que dure la risa y la complicidad.

Nuestra mirada hace de espejo, amplifica el alma y el corazón. Y permite a la audiencia encontrarse con su propia sensibilidad, con la idiotez de amar y reír por lo pequeño. Porque la apertura a que suceda el encuentro desde nuestra honestidad permite que se identifiquen. Entonces los errores, el «flop», se vuelven un punto de hermandad en las pequeñas estupideces cotidianas.  Esas que escondemos para no perder el status quo.

La nariz roja es una máscara que nos acerca

Clown es validar lo humano, la vulnerabilidad y la inocencia. Una militancia imprescindible en tiempos de consumo y despersonificación. Es tejer un puente en tiempos de distancias.

Porque la nariz roja es una máscara que nos acerca. Y vivir, en definitiva, es que nuestro corazón baile por sobre los puentes que tejemos.