La Barca Otro Teatro sale a la calle: Ramo una intervención sobre la espera y el amor

«Ramo una intervención sobre la espera y el amor» nace en la ciudad de La Plata, Buenos Aires, Argentina. Es una propuesta del dramaturgo Agustín Lostra pensada para el bosque que hay en el corazón urbano. Supe de su existencia porque allí viví los últimos 10 años antes de radicarme en Sevilla. Allí recibí mis primeras clases de teatro y me subí a mis primeras tablas. Allí también aprendí que las clases de teatro son un trampolín a vivir experiencias nuevas. El nexo con gente teatrera está lleno de recorrido y afecto y me convocó mucho cuando vi la difusión en redes de amigas actrices de esas tierras. Gracias a ellas tomé contacto con Agustín, quien fue muy generoso compartiendo su proyecto y me envió la dramaturgia.

La puerta abierta

En todo sentido. Abrir la puerta de la escuela de teatro para salir a la calle. Abrir posibilidades en un espacio que es común a la gente, esta vez habitado por las personas de las clases de teatro.

Llevar un trozo de poesía, a un sitio con personas de paso y hacer foco a nivel espacial, en los árboles. Un sitio llamado «Alameda» donde los árboles pueden pasar desapercibidos mientras albergan historias a diario. Recibir el refugio y la intimidad, en plena calle. Para dejar una pincelada, no una mancha ni un gran trazo. Un trocito de belleza junto a los adoquines.

Con estas intervenciones en lugares públicos y muy transitados al punto de volverse invisibles, Lostra busca «por un lado poetizar un espacio que en general es de tránsito, o en el caso del Bosque, de descanso. El teatro o la danza nos permite visibilizar otras posibilidades de ese espacio que a fuerza de verlo no lo vemos más».

Una vivencia de aprendizaje

En las clases de teatro la experiencia viene a sumarse a un proceso de creación de personajes. Sumando el desafío de vivirla desde la vida de un ser al cual le hemos dejado nuestras herramientas para que tomen vida. Y, a la vez, recibiendo el impacto en nuestra piel.

Comenzamos buscando en el imaginario a quién podía echar de menos cada personaje. Creamos cartas, encuentros y desencuentros. Mucha emoción en juego, desnudez del alma que se vuelve palabra y silencios.

Luego nos acercamos a la dramaturgia, y quise co crear, introducir una nuevo cierre al camino de esta espera.  Elegimos ramos y probamos la vivencia en el espacio conocido del aula. Esto nos permitió entrar en la tarea y también barajar tiempos, vencer algunas ansiedades y probar esta variante. Aunque nos faltaban los árboles, cuyo encuentro quedaría para el día del estreno.

También acuerpamos la experiencia para quienes no podrían estar el día de calle. Fue una clase de teatro viva y vibrante. La creación de personajes saltó a cada músculo, inundando a actuantes y seres  inventados.

Un día de sol

Aunque los días anteriores Sevilla tuvo su lluvia de maravilla, ese día amaneció soleado. Nos juntamos a desayunar en mi casa. La Barca es, además de una escuela de teatro, una comunidad, lo humano va siempre por delante. Tal como aprendí de mis maestras de Comuna Baires, somos en el teatro como en la vida, es la red afectiva la que posibilita la exploración.  Y lo que me ratificarían los estudios en psicología social: sin grupo no haya tarea.

Juntas, en casa, riendo, compartiendo, preparamos el alma. La pre situación teatral lo inunda todo. Y nos acuerpa Ana Rueda, compañera del equipo, con su risa y calidez de siempre.

Ahora sí: nos encontramos con los personajes creados en las clases de teatro.

Desde La Plata, llegan las palabras de Agustín:

Que una obra armada de manera tan artesanal, tan pequeñita, de pronto tenga su versión al otro lado del mar es un motivo de alegría. Lo es de una manera aún más valiosa en los tiempos que corren, con la Argentina bajo un gobierno de corte neoliberal fascista que está haciendo todo lo que puede para destruir el país y con el país la cultura entera. Deseo que sigamos teniendo lugares para sensibilizarnos y conmovernos, que la calle nos sorprenda con una brisa repentina de teatro. Que no nos vuelvan mercancía el corazón. Y que se contagie. Desde La Plata, una alegría enorme saberles haciendo su Ramo allá.

Allá vamos

Tan sólo salir caminando hacia la Alameda fue performativo. Un grupo de personas que caminan con un ramo de flores en la mano no pasa desapercibido.

Ya en situación, cada espera tomó vida. La ilusión de quien quiere volver a abrazar llenando las miradas. Gente amiga acompañando. Transeúntes que se detenían a ver qué pasaba allí. Hubo quien se acercó a preguntar si era el rodaje de alguna película. La calle, una zona con mucho tránsito. Hubo quien se detuvo y quien nos pisó las flores sin siquiera darse cuenta.

Todo lo que no se puede manejar, dando vueltas. Lo poético recortado entre personas, bicicletas, contendores de basura, coches, autobuses. A  diferencia del aula de la clase de teatro, donde el espacio trabaja para el alumnado. Aquí las actuantes irradiaban una pequeña y bella poesía que era audible a quien se detenían.

Compañía

Pero aquí están los árboles, la experiencia de sumar a estos seres majestuosos fue un abrigo, una casa, un nido. El momento de la dramaturgia donde emergía esa presencia, antes ignorada, llenó de respiro la desazón del desencuentro. Contar con el amparo de ese abrazo condujo dulcemente a la resignifiación del ramo, que yacía roto tras el desencanto del abandono.

Trozos de corazón que recuperamos cada vez que sufrimos desamores. Porque el corazón es capaz de sanar y volver a amar, en  una poesía interminable que renace en la valentía de mirar a los ojos y decidir volver a creer. Volver a querer.

Celebrar

Volvimos a casa a despedirnos por un rato de los personajes. A recuperar el círculo donde hablamos y compartimos (cervecita o refresco en mano). Celebrar lo vivido, abrir la experiencia  a la palabras. Un antes y un después, un espacio donde las emociones vibraron, un estar entre el adentro y el afuera, unas ganas de más. de más teatro, de más belleza, de más amores. Habrá más intervenciones de calle, serán nuevas vueltas a «Ramo», serán nuevas propuestas que nos permitan llevar la escuela de teatro al espacio público. Seguiremos viviendo las clases de teatro como laboratorios de creación y espacios de vivencia. En un tiempo de deshumanización, cada trazo de aventura es una apuesta por seguir viviendo vivas.

 

Patricia Davis