¿Qué ves cuando ves teatro? Analizando una obra de teatro

Aprendiendo a analizar una obra de teatro

Vamos a entrar en un camino fascinante: analizar una obra de teatro.

Para que el teatro exista necesita al público. Las espectadoras somos una parte fundamental del hecho teatral pero muchas veces nuestro acercamiento al mismo es superficial o no logramos expresar lo que percibimos.

¿Por qué sucede esto? Porque el teatro se nos presenta como una sola cosa toda junta, pero en realidad hay muchas disciplinas que se traman y que afectan en distintas maneras nuestra percepción: la escenografía, el vestuario o la iluminación nos entra por los ojos, mientras que otros elementos nos ingresan por los oídos (no sólo la música, sino también la voz de los actores, los sonidos que producen los objetos) y el texto, aunque también suele entrar por los oídos, también interpela a nuestro intelecto. 

Esto pasa en otras artes, como el cine por ejemplo, pero en el teatro hay un condimento agregado: estamos ahí todas  las personas juntas. Entonces también nuestra atención se divide entre el perfume penetrante del señor de adelante, la pantallita del móvil de la chica dos filas más abajo o esa tosecita que no se deja de escuchar desde el fondo. Sin contar que la sola presencia física de les intérpretes, ahí en escena poniéndolo todo, nos afecta energéticamente de un modo que es difícil de poner en palabras. 

Es mucho. Vamos a empezar este camino de ir analizando una obra de teatro.

Separar, analizar y volver a juntar

Entonces, hay que discriminar, para poder empezar a analizar cada elemento por separado. Una herramienta que sirve mucho en estos casos es hacerse dos simples preguntas: ¿Qué veo? y ¿Qué me hace imaginar?

Esto supone que desdoblemos nuestro rol como espectadores. Es decir, no vamos a entrar como caballos a ver la obra, sino que empezaremos a convertirnos, casi sin querer, en espectadoras críticas. 

Puede que suene un poco aburrido al principio pero, incorporar esta metodología va a abrir un nuevo modo de ver teatro (y cualquier arte). Un modo más profundo y mucho más divertido. No me apoltrono en la butaca para que la obra me saque a pasear, sino que paseamos juntas, agarraditas de la mano.   Voy viviendo la experiencia al tiempo que voy analizando la obra de teatro.

A modo de ejemplo

Aprendiendo a analizar una obra de teatroComienza la obra y se apaga la luz de sala pero la luz de la escena no se enciende. Esta vez, lo primero que percibo es una voz chiquitita que canta una canción muy dulce.

Luego, en un extremo del escenario, se enciende  una lámpara y veo un rostro anciano que grita “silencio” y apaga la luz. La vocecita se detiene y nos quedamos a oscuras. 

En esta pequeñita escena inventada vemos varios elementos. Lo que yo describí es básicamente lo que respondería a la pregunta “¿Qué veo?” (o ¿Qué percibo?) y ese ejercicio de descripción pueden hacerlo en la cervecería luego de la obra. La descripción debe ser lo más objetiva posible. Para poder ir analizando la obra de teatro Parece fácil, pero no lo es: siempre tendemos a anteponer nuestra percepción personal a lo que efectivamente está allí. 

Imaginación modo on

En la columna de “¿Qué me hace imaginar?”, puedo hacer algunas hipótesis. Quizás la oscuridad inicial me pudo dar cierta ansiedad o sorpresa, ya que la obra no comienza como estoy acostumbrada: no comenzamos con la vista, sino con un elemento sonoro.

La vocecita que canta, me pudo haber hecho imaginar que es una niña que no se puede dormir, o alguien encerrada en algún lugar intentando escapar de la locura. Me pueden venir también asociaciones muy diversas: como la imagen de Rose, de “Titanic”, cantando arriba de la puerta que flota en el mar.

El tercer elemento, la luz de la lámpara que ilumina al anciano que pide silencio, me pudo haber sorprendido, enojado incluso, porque me sacó del primer estado más dulce, pero también restringe las opciones: es muy probable que la vocecita que oímos al principio sea de alguien que no puede dormir.

Este ejercicio  de ir analizando una obra de teatro, puede ser un poco tontón. Lo que hace justamente es discriminar mis emociones de los elementos que la escena me brinda. El objetivo es que dejemos de ver de manera ingenua para poder identificar qué es lo que me produce ciertas emociones y de qué manera la obra me va llevando de un estado al otro. Salir del básico “me gustó” o “no me gustó” nos va a permitir por un lado, poder ver efectivamente qué hay ahí en escena y, por el otro, entender que a un mismo estímulo pueden llegar distintas sensaciones. A mí el canto me pudo haber parecido dulce y a otra persona, un poco siniestro.

Convertirme en una espectadora activa

Esto tendrá repercusiones: empezaremos a hacer la ingeniería inversa del espectáculo para intentar trazar la decisiones de dirección en el código de actuación, en la música, en la escenografía y en el vestuario, incluso en la relación que se establece con el público. 

Idealmente se podrá nombrar aquello de lo que habla la obra, que no será simplemente el argumento, sino el concepto que la sostiene. 

Un ejemplo conocido

Ya que mencionamos a Titanic, y que asumo que todas la vimos, la usaremos de ejemplo. De lo que trata la película no es de el hundimiento del barco, ni siquiera de una historia de amor, sino de la ruptura de Rose con su mandato de sexo y de clase. Cuando comienza la película Rose es una joven aristócrata comprometida con un magnate para asegurar la posición económica de su familia, pero, al finalizar, ella rompe su compromiso y se cambia el apellido. Obviamente, el factor desencadenante para este pasaje es el encuentro con Jack, pero él muere luego de que su objetivo en la trama está cumplido. Con el concepto en la mano, uno podría rebobinar toda la película y ver de qué manera esa evolución se va desarrollando. 

Saber cuál es el concepto, el mensaje de una obra, una película o un libro es esencial para que no nos vendan gato por liebre. ¿En cuántas películas habremos llorado ante la muerte de un soldado yankee sin pensar en los intereses que ese tipo de trama sostiene? Al ir analizando una obra de teatro, podemos ir desentrañando las ideologías que promueve.

Un teatro donde eres protagonista

Aprendiendo a analizar una obra de teatroEn todo el desarrollo  anterior tomamos como modelo el teatro dramático. Lo que sería, en pocas palabras, un teatro donde hay “un cuentito” cerrado que guía el progreso del espectáculo y que mantiene al espectador como un voyeur, un testigo oculto que simplemente tiene que recibir una información pre-masticada. El público, obviamente, tiene la libertad de tomar partido, reflexionar ante eso que se le brinda, pero es una libertad chiquita.

El teatro posdramático, que surge aproximadamente en la década del ‘70 en Europa y Estados Unidos, tiene como característica principal la ruptura de la síntesis. Es decir, el texto ya no es el jefe y la iluminación, el vestuario, los objetos e incluso los actores, cobran autonomía. No tienen que imitar a nadie.

Una tela que se despliega, iluminada levemente con una luz puede constituir una escena de la obra, aunque no “arme sentido” con el resto. Se vale por sí misma.

El texto en este tipo de propuestas también es abierto y fragmentario: si el texto dramático es un cuentito, el texto posdramático es una poesía punk. 

Este tipo de propuesta obliga necesariamente a la persona espectadora a devenir activa. En este tipo de teatro, el público  es el responsable de buscar el sentido en una propuesta que brinda los elementos por separado: la obra significa lo que cada persona lee en ella.

En algunas experiencias, como el happening o la performance, incluso participa efectivamente de la propuesta espectacular. 

De todas para todas

El ser humano es social por definición y la cultura se compone de aquellas costumbres, hábitos y comportamientos que nos mantienen unidas.Aprendiendo a analizar una obra de teatro

Pero también la cultura es la ideología, la forma de pensar, las historias que nos construyen como sujetos. Es importante que nos hagamos cargo de la parte del poder que nos toca al asistir a un evento artístico porque eso refleja o construye cultura. 

¿Cuántas de nosotras estamos aún atrapadas por una concepción de amor a lo “Romeo y Julieta”?

¿Cuántas de nosotras pensamos que tal o cual persona es peligrosa porque lo vimos una y otra vez en las ficciones?

¿Cuántas de nosotras nos aburrimos si no entendemos todo lo que nos ofrece una obra porque no estamos acostumbrados a poner a trabajar nuestra cabecita? 

¿Qué veo? y ¿Qué me hace imaginar? son dos preguntas que, llevadas a fondo, pueden llevar al arte de un acto meramente contemplativo a una experiencia profunda.