Apuntes sobre teatralidad

Apuntes sobre teatralidad, vamos a revisar palabrejas.

El término teatral, o teatralidad, es moneda corriente en diferentes situaciones y puede ser adjetivo de muchísimas cosas. Una pelea en un bar puede ser muy teatral, el atuendo de la tía Marta puede tener mucha teatralidad, la decoración de una casa, el capricho de un niño en el medio de la calle, los ademanes de un mozo en un bar.

Dentro del teatro, el uso corriente y cotidiano del término, contra el que se reveló Stanislavski, supone que cuanto más lejos está una representación de la realidad cotidiana, más teatral es. En este sentido, la escena del teatro musical sería más teatral que una naturalista, por ej. La teatralidad sería una separación, un alejamiento de la realidad cotidiana. Más separación hay, más teatralidad.

¿Qué es y qué no es?

El concepto de teatralidad viene de otro concepto: “literaturalidad”. Ambos básicamente buscan responder la pregunta de la especificidad de cada lenguaje. ¿Es una nota periodística literatura? ¿Una lista de supermercado lo es?

Las mismas preguntas surgían en el ámbito del teatro. Fue Roland Barthes quien, en un artículo del año 1954, usó el término por primera vez:

¿Qué es la teatralidad? Es el teatro sin el texto, es un espesor de signos y sensaciones que se edifica en la escena a partir del argumento escrito, esa especie de percepción ecuménica de los artificios sensuales, gestos, tonos, distancias, sustancias, luces, que sumerge el texto bajo la plenitud de su lenguaje exterior.” (Barthes 2003, 54.)

Según esta cita, la teatralidad se define desde un aspecto material por un lado (luces, gestos, tonos) y desde una dimensión simbólica (espesor de signos y sensaciones) que se edifican a partir de un texto. Esta cita es hija de su tiempo, cuando la representación teatral aún estaba al servicio del texto escrito.

La noción de teatralidad

El uso de la noción de teatralidad se popularizó en la segunda mitad del s.XX. En el ámbito del teatro, acompaña la crisis de la representación y de las estructuras tradicionales del hecho teatral que comienza alrededor de 1880 y, en el ámbito más amplio de la cultura, acompaña el proceso de espectacularización de la vida social, que se intensifica con los medios masivos de comunicación.

Prácticas como la danza, la performance, la ópera, la danza-teatro, las artes multimediales, los happenings también pusieron en crisis las certezas del hecho teatral y sus particularidades fueron cada vez más difíciles de definir (Féral, 2003, p 90).

Por suerte, en algún momento, la gente que intenta poner la vida en pequeños cajones se fue relajando y sólo intentaron definir mínimamente cómo se expresa el fenómeno teatral: cómo sé que lo que tengo frente se separa de la vida cotidiana. En el hecho teatral hay un espacio que llama a una acción, a una ficción; una disposición de elementos que están ahí para designar otra cosa que no son ellos mismos, que buscan ser leídos, que son signos.

Los signos dicen un doble discurso, un doble lenguaje, hay códigos de lectura distintos. El espectador de teatro debe comprender esos códigos. Sin espectador no hay teatralidad porque no hay alteridad.

La mirada del otro

La teatralidad es una dinámica entre la escena y la mirada del espectador. Es la mirada del espectador que la identifica y le da su sentido. Supone un contrato entre lx actuante y lx espectadorx: es la unión entre los signos que emite un sujeto que se exhibe y los signos que percibe otro que mira. La mirada de lx espectadorx “⦏…⦐ señala, identifica, crea el espacio potencial en la cual la teatralidad puede ser localizada.

El espectador reconoce este otro espacio, el espacio donde la ficción puede emerger.” (Féral, 2003, 44).

La mirada de lx espectadorx identifica la dinámica de separación que el teatro establece con la cotidianeidad, la distancia entre lx actuante y su personaje.

Lo fundamental en el efecto de la teatralidad es que esta dinámica de engaño o fingimiento se haga visible: si la representación no puede ser percibida como tal por lx espectadorx, no existe la teatralidad. Es decir, que el que mira debe poder descubrir por detrás del vestuario la identidad del actor. Si el engaño es invisible, el juego teatral no tiene lugar. (Cornago, 2005, 7).

Real y ficción

La mirada es siempre doble: se ve lo real y la ficción, el producto y el proceso. La teatralidad le pertenece sobre todo al espectador. Sin él, el proceso mimético no tiene ningún sentido.

La mirada del espectador de teatro identifica una serie de divisiones que constituyen el ejercicio mismo de la teatralización: la división entre lo real y lo ficcional, entre el espacio cotidiano y el espacio potencial, entre lx intérprete y el personaje.

Jossette Feral va aún más lejos y plantea que la teatralidad existe sólo en la mirada del espectador. Es un proceso de lectura y no necesariamente de emisión:

La teatralidad parece ser un processus, una producción que primero se refiere a la mirada, que postula y crea un espacio otro que se torna el espacio del otro -espacio virtual- y deja lugar a la alteridad de los sujetos y al surgimiento de la ficción. Este espacio es el resultado de un acto consciente que puede partir o del performeur mismo (en el sentido amplio del término: actor, director de escena, escenógrafo, iluminador) (…); o del espectador cuya mirada crea una división espacial ahí donde puede emerger la ilusión y puede dirigirse indistintamente sobre los hechos, los comportamientos, los cuerpos, los objetos y el espacio, tanto de lo cotidiano como de la ficción.

La condición de la teatralidad sería entonces la identificación (cuando ella fue deseada por el otro) o la creación (cuando el sujeto la proyecta sobre las cosas) de un espacio otro del cotidiano, un espacio que ha sido creado por la mirada del espectador, pero fuera del cual él permanece. Esta división en el espacio que crea un afuera y un adentro de la teatralidad es el espacio del otro. Es el fundador de la alteridad de la teatralidad.” (Féral, 2003, 95)

Dentro de esta mirada, nosotrxs lxs espectadorxs, podríamos convertir en teatro cualquier situación de la vida cotidiana.

Umbral Mínimo de Ficción

La directora teatral argentina Vivi Tellas en 2001 crea el concepto de Biodrama, que es una rama del género dramático que principalmente se caracteriza por trabajar como material dramático las historias de vida de las personas vivas (es decir, sus biografías). Un retrato escénico.

Ficción y realidad, lo público y lo privado, la memoria y la historia, diluyen sus fronteras y se ponen en tensión. Al trabajar desde la dimensión de lo íntimo, lo familiar y lo personal, que incluye la exposición de archivos propios, los relatos que llevan adelante los performers se encuentran precisamente en la frontera de la actuación. Ella los llama “intérpretes”: personas que, arriba del escenario, construyen un nivel bajo de ficción.

Tellas crea el concepto de UMF: “umbral mínimo de ficción”, que busca responder la pregunta de cuándo comienza la ficción, cuándo la realidad se transforma en ficción. Es una medida poética de ficción. Cuanto más uno reconoce la construcción, más ficción hay.

Autora Agustina Soler

Referencias bibliográficas:

  • Barthes, Roland (2003), “El teatro de Baudelaire” en Ensayos Críticos, Seix Barral, Buenos Aires.
  • Cornago, Óscar (2005), “¿Qué es la teatralidad?” Paradigmas estéticos de la Modernidad” en “Telón de fondo” n°1.
  • Féral, Josette (2003), “Acerca de la teatralidad” en Cuadernos de teatro XXI, Nueva Generación, Buenos Aires.
  • Féral, Josette (1987), “Teatralidad” en “Boletín del Instituto de teatro n° VI, Facultad de Filosofía y Letras – UBA.
  • Tellas, Vivi, UMF, TEDxRíodelaPlata, recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=DSnStcEK7jw&t=8s