La Barca, 10 años y un testigo

La Barca, 10 años y un testigo

 
Me miro  al espejo y me detengo en las arrugas que asoman al rostro: “mi cuerpo delata edad»,

es mi primer pensamiento. En realidad, la refleja.

Recuerdo la primera vez, que con diez años cociné  el arroz que comería con mis hermanas pequeñas
en una olla con las asas quemadas y me veo hoy, jugando entre sartenes,
guisando con carne, verdura, pescado, especias.
Me pienso con 11 años, disfrazada de lo que fuera, montando juegos en una fiesta infantil,

ganando el dinero de mi primer trabajo…

Tengo arrugas, porque he sentido, reído, llorado, sufrido, aguantado.
Me duele la espalda de haber sembrado, cargado, pintado, limpiado, levantado paredes,

suelos, cajas, muros, puentes.

Y la vista cansada de rostros y libros, de horizontes y tormentas, de anhelos y paisajes,

de adioses y aeropuertos.

Sí, las manos me tiemblan un poco, pero agarran con fuerza y saben de la caricia, la fregona,
el boli y el ordenador.  De carteles en las calles, de rondas y de juegos, de inciensos,

bares y las ruedas del camión.

El pecho ha caído de proyectos amamantados y el vientre nos es plano de tanto parir sueños.

Me he detenido un instante mientras afilo el cuchillo y alisto la pala, el alma me huele a pan por hornear.

Puedo sentir mi corazón que empuja, que llama, que invita a seguir.

Comienzo, junto a mi equipo, la creación de un nuevo espacio para nuestras clases de teatro,

de Shayking y de todo lo que nos atrevamos a soñar.

Pronto podremos presentarlo.

Mi cuerpo es parte y testigo. Respiro.
 
Me doy el permiso, el reconocimiento, el perdón, las gracias, el valor, la ternura postergada,

me abrazo y me aliento, me arremango y sonrío… allá voy.

 
#mifelicidadnoserinde
 
 
 
Patricia Davis

Patricia Davis

Llevo más de 25 años trabajando con grupos, focalizada en el desarrollo tanto a nivel personal como grupal y comunitario.

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