La Biodanza y la música

Continuamos con nuestro compromiso en los post que corresponden a la entrevista a Román Mazzilli y que titulamos Hacer escuela de Biodanza escrita, Parte 1 y Parte 2. Nuestra intención es hacer difusión de los contenidos de la Revista Biodanza Argentina. En esta ocasión, un artículo de Norberto López donde nos habla sobre Música y Biodanza. 

Desde que el ser humano aparece en la tierra descubre el sonido que lo rodea y muy especialmente el que producen los elementos de la naturaleza. También encuentra el sonido de su propia voz, por medio de la cual es capaz de comunicarse, expresar sus emociones, cantar, imitar los sonidos de su entorno, elevar sus plegarias a los dioses y también utilizar el canto para sanar.

Así va construyendo los distintos instrumentos musicales de los más variados tipos, primero los instrumentos de percusión, luego los instrumentos de viento. Con ellos ejecutó los sonidos que fueron generando el fenómeno de la música y poco a poco se sorprende con las extraordinarias propiedades terapéuticas del sonido, la música y la voz.

Desde tiempos inmemoriales el poder de la música es conocido y utilizado, por distintos pueblos y en diferentes lugares, para apreciar el vínculo con el cosmos e invocar las fuerzas de curación.

El hombre ha tenido la percepción de un universo regido por leyes rítmicas: los eventos que se repiten de manera cíclica dentro de la naturaleza.

Una antigua doctrina afirmaba que el modelo de creación del universo estaba basado en proporciones musicales y según esta creencia, los cuerpos celestes producían sonidos que al combinarse formaban la que se conoció como “La música de las esferas”. Esta teoría fue aceptada durante muchos siglos por grandes pensadores y científicos, desde Pitágoras en el siglo VI a C, hasta Kepler en el siglo XVII d C.

En nuestros días esta creencia puede resultarnos extraña, pero hay que entender que en otras épocas las maneras de pensar eran muy diferentes a las nuestras. Los hombres de la antigüedad no tenían los elementos tecnológicos que ahora están a nuestra disposición, luego debemos tener en cuenta que en aquellos tiempos la palabra “música” tenía un sentido distinto al actual.

  1. Para Pitágoras y sus seguidores, la música era la ciencia de la armonía. La armonía podía ser entendida como el orden de los sonidos, pero también como el orden divino del cosmos y sin dudas se suponía que entre estas dos armonías había una relación.
  2. Plotino consideró a la música como uno de los caminos para llegar a Dios.
  3. San Agustín habló del paso de la música de una fase de sonido a la contemplación de la armonía divina.
  4. Boecio, el estudioso de la música de mayor influencia en el pensamiento occidental hasta el Renacimiento, consideraba diferentes tipos de música: la mundana, la humana y la instrumental.

La música mundana se refería a la armonía del universo, la música humana aludía al principio de unión entre el alma y el cuerpo del hombre, y la instrumental era la producida por los instrumentos musicales. Como podemos apreciar solo este último tipo, es decir la instrumental, es la que actualmente consideramos música.

A partir del Renacimiento, la palabra “música” comenzó a referirse al arte de los sonidos, tal como lo entendemos en nuestros días, aunque no es el único sentido de la palabra, porque desde el punto de vista filosófico la música fue considerada “como una revelación al hombre de la realidad divina”

Pitágoras consideraba que la esencia última de la realidad se expresaba a través de números, pues los números, eran el medio para percibir lo que de otra forma podría permanecer inalcanzable tanto para el intelecto como para los sentidos.

Para los Pitagóricos las distancias entre los planetas tenían las mismas proporciones que existen entre los intervalos de los sonidos de la escala musical que eran considerados como “armónicos” o consonantes. Las esferas (planetas) más cercanas daban tonos graves mientras que las más alejadas daban tonos agudos. Todos estos sonidos se combinaban en una hermosa armonía: la música de las esferas.

Pitágoras enseñaba a sus alumnos, con este concepto de “Armonía de las Esferas”, el espíritu de unidad del universo. Su escuela, difundió la necesidad de aprender a sintonizar con dicha armonía, a través de la música. En síntesis la genialidad de Pitágoras nos permite ver un microcosmos en perfecta armonía con el macrocosmos, resaltando el hecho que cada cuerpo existente, cada planeta, cada persona, tienen un sonido y una música particular mientras danza al compás de los astros en la gran Sinfonía Universal.

La necesidad de vincular los sonidos existentes externamente, con sus correspondientes del interior orgánico, forma parte de un proceso en el cual el ser humano mantiene la búsqueda que lo sitúe como parte de ese “Todo” al que llamamos “Vida”.

Cuando por primera vez se lograron filmar y/o grabar correctamente los sonidos del corazón, de la circulación, de los pulmones, del ritmo cerebral, se comprobó que existía un “tempo musical”, una “melodía orgánica” que constituía la propia vida de ese órgano, de ese sector estudiado del cuerpo, estableciéndose así una relación de interdependencia, en menor escala de la que se produce en el Sistema Solar del cual formamos parte, mas seguramente la que también se genera en los diferentes órdenes cósmicos que rigen todo el comportamiento del Universo.

El hecho de sentirse integrado a la totalidad, tiene su lógica en la confluencia de energías que se dan citas en el cuerpo humano.

El sonido es lo primero que nos conecta con el mundo ya desde el vientre materno, influye en todos nuestros ámbitos e interactúa permanentemente con nuestras emociones.

Alfred Tomatis expreso: “El alimento vocal que da la madre a su hijo, es tan importante como su leche para el desarrollo del niño”.

La Música y Biodanza

Las investigaciones científicas efectuadas en el ámbito de la Musicoterapia, nos permiten comprender la eficacia de la música sobre el organismo de los seres humanos.

La música es percibida con todo el cuerpo, aún más, con todos los tejidos corporales incluyendo los huesos y se ha demostrado que, más allá de las preferencias musicales de la persona que la escucha, la música produce cambios en el psiquismo mejorando las funciones cognitivas e intelectuales y actúa en el organismo en general.

Son muchos los trabajos que prueban la influencia de los ritmos musicales sobre el ritmo del corazón y la presión arterial. Así, ciertas músicas rítmicas con un contenido potente y vital pueden afectar el organismo acelerando el ritmo cardíaco, elevando el pulso y la presión arterial.

Mientras que otras músicas melódicas suaves inducen estados de disminución de las actividades motoras con efectos de relajación muscular.

En las clases de Biodanza la música es utilizada para estimular respuestas de vitalidad, erotismo, creatividad, afectividad y trascendencia. Su elección tiene como prioridad el significado emocional y la capacidad de inducir vivencias; y es seleccionada con un riguroso criterio de semántica musical.

Todos los ejercicios de Biodanza constituyen modelos inductores de vivencia y pueden realizarse sin dificultad, más allá de la capacidad motora de cada persona. Cada una de las danzas implica una música y el movimiento corporal estimulado por ella tiene como finalidad la inducción de una vivencia específica. La Metodología de Biodanza se basa en la integración entre música, movimiento y vivencia.

En síntesis podemos afirmar que Biodanza se propone estimular, mediante esta integración de música, movimiento y vivencia, las potencialidades latentes de salud y bienestar.

Bibliografía

  • Cazenave, Guillermo: “Música para una nueva era” – Editorial Kier– 1996
  • Rossomando, Franco: Apuntes de Sonoterapia.
  • Toro, Rolando: “Biodanza”-Editorial Cuarto Propio– 2009

Artículo extraído de Biodanza, que es una publicación de Campo Grupal. Director: Román Mazzilli – Alma Mater: Betina Ber Argerich 2543 “B” – (1417) C.A.B.A. – Argentina. Tel: 4504-2449 Email : campogrupal@gmail.com