Algunas definiciones
¿Qué es esa cosa llamada teatro?
Ya sea que nos dediquemos profesionalmente, estemos en un curso de teatro o que seamos ¿simples? espectadores, podemos acordar que el teatro es una disciplina artística bastante extraña. En principio porque es una especie de Frankenstein compuesta de otras disciplinas: la literatura, las artes visuales, la música, la danza, todo es su materia. Esta potencia también puede ser un problema a la hora de querer desentrañar su especificidad. ¿Qué es y qué no es teatro?
Para empezar, vamos a la etimología. Teatro viene de la palabra griega θέατρον, théatron, que podríamos traducir como mirador y que tiene una raíz compartida con θεάομαι, theáomai, que refiere al “ver aparecer”. Ya con esto podemos comenzar: el teatro es algo que se construye a través de la mirada, de alguien que mira, de alguien que ve aparecer algo. Entonces el espectador ya no es tan simple, parece tener un lugar preponderante, define que algo sea teatro.
Pero el cine tiene espectadores y no es teatro… ups: parece que con solo mirar no alcanza.
Y no, es verdad. Para que haya teatro tiene que haber convivio, es decir la convivencia en mismo tiempo y lugar de alguien que hace y alguien que ve.
Pero, si esto fuera así, un discurso político, una misa, incluso una maestra dando clases serían teatro.
Ouch, entonces no estaría alcanzando el solo hecho de convivir y que uno mire, falta el acto artístico. Aristóteles la llama poiesis, que significa “creación artística”. La poiesis tiene una doble acepción: involucra tanto la acción de crear como el objeto creado. Esto se conjuga en experiencias teatrales, donde el actor está creando en vivo el producto y ambos, la creación y el producto (la obra teatral) se dan en simultáneo. Un pintor, por ejemplo, pinta su tela en la soledad de su hogar y luego expone el producto-cuadro en un museo. La poiesis es un fenómeno que se da en las artes performativas.
Entonces podemos definir que el teatro es la expectación de una poiesis en convivio.
Vamos a definir mejor entonces estas tres patas de la mesa.
El convivio
El convivio es la reunión en cuerpo presente y sin intermediación tecnológica, de artistas, técnicos y espectadores en un mismo tiempo y espacio.
Esta manifestación cultural viviente es lo que diferencia al teatro del cine, la televisión y la radio porque hace convivir no sólo los cuerpos de los asistentes sino sus energías, sus auras. En este sentido, nos conecta con el ritual ancestral que dio origen a esta disciplina.
En el teatro se vive con otros, se establecen vínculos que contagian los afectos. No existe teatro sin encuentro y no puede ser eternizado. El teatro filmado no es teatro, es sólo el registro audiovisual de un acontecimiento. De la misma manera que un recital filmado no es un recital. El teatro es efímero y sucede sólo en tiempo presente en el encuentro de ciertas personas. En este sentido, nos recuerda a lo efímero de la vida.
Poiesis
Como dijimos, hay en el teatro una división del trabajo: hay algunos asistentes al convivo que producen y otros que miran.
Aquellas personas que producen la creación artística lo hacen con sus cuerpos, a través de acciones físicas y vocales, en interacción con las luces, los sonidos, objetos y los espectadores.
“Llamamos poiesis al nuevo ente que se produce (…) a partir de la acción corporal. (…) Configura un acontecimiento y un ente ‘otro’ respecto de la vida cotidiana, un cuerpo poético con características singulares” (Dubatti, pp.38).
Ese ente otro sería el tiempo escénico, ese espacio ficcional que se crea sólo con el juego imaginario de todos los asistentes, actuantes y espectadores.
La poiesis teatral involucra tanto la acción de crear como el objeto creado.
La expectación
Para que haya expectación, debe haber conciencia de que lo que veo es una poiesis. Por ejemplo, si yo estoy viendo una discusión en un bar que me parece teatral no soy un espectador porque quienes discuten no están creando nada. Entonces no hay teatro.
Ahora si en una experiencia rupturista, dos actores de incógnito se ponen a discutir en el bar y todos las otras comensales creen que es una discusión real, tampoco hay espectadores. Para que el espectador sea espectador debe haber una distancia, debe ser consciente que asiste a una poiesis, a una creación artística.
Esta distancia obviamente puede variar: por ejemplo en espectáculos donde se rompe la cuarta pared, o yendo más lejos aún, en el teatro participativo, pero en cualquier caso ambas partes, creadoras y espectadoras son conscientes del acontecimiento en el que participan.
Es decir, el teatro también es cuestión de consentimiento, de un acuerdo tácito donde los artistas y la comunidad deciden participar de mutuo acuerdo en un ritual.
Con sólo una persona que cumpla la función primaria de la expectación ya podemos hablar de un hecho teatral.
La verdad teatro
El acontecimiento teatral produce una verdad única, una verdad-teatro que no se da en ninguna otra disciplina, pero que, a su vez cumple con los requisitos de cualquier verdad filosófica: que sea eterna, singular y universal
La verdad-teatro es eterna porque presenta lo eterno en un instante. Es decir, un personaje de un texto teatral, como Hamlet podríamos decir que es “eterno”: desde que se escribió hasta ahora puede ser representado por cualquier persona en cualquier lugar y cualquier tiempo. Lo mismo ocurre con los arquetipos de la commedia dell’arte o incluso con los roles en los números de varietés, son fórmulas que se repiten no sabemos desde hace cuándo. Pero en el momento en que un intérprete decide corporeizar ese rol, se actualiza en ese instante.
La verdad-teatro es singular. Cada espectáculo es único y singular, pero también cada función lo es, porque el encuentro entre esos espectadores y esos intérpretes es único e irrepetible.
La verdad-teatro es universal. El espectáculo teatral, al ser una actividad pública, contiene a cualquier persona espectadora. Es virtualmente universal.
La potencia del teatro
El teatro se considera en mucho ámbitos como un arte demodé y precario que queda detrás de muchas otras disciplinas artísticas o comunitarias: para contar “el cuentito” no hay nada mejor que el cine o las series, para comunicarnos entre nosotras ya tenemos el whatsapp, para juntarnos nada mejor que un bar con unas cervezas.
Pero es curioso que ya enterramos los discos, los cassettes, los dvd’s, el celuloide, el súper 8 y la lista sigue y sigue y el teatro con sus actorcitos y sus tres espectadores sigue ahí, firme y eterno. Eso se debe a que es el único que conecta la materialidad de un cuerpo emitiendo un mensaje, un sentido, con la materialidad de otro cuerpo que lo recibe. El cuerpo del intérprete es ese material original, frágil, imperfecto, incómodo que pondrá al espectador frente a su condición efímera en este mundo. Sólo por eso, es imprescindible.
Autora Agustina Soler
Referencias bibliográficas:
- Badiou, Alain (2005), “Teatro y filosofía” en Imágenes y palabras. Escritos sobre cine y teatro, Buenos Aires: Manantial.
- Dubatti, Jorge (2011), “El teatro como acontecimiento” en Introducción a los estudios teatrales, México: Libros de Godot
- Kartún, Mauricio (2017), “La muerte del teatro y otras buenas noticias” en Escritos 1975-2015, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Colihue.