“Un tranvía llamado deseo” es quizás la obra más conocida de Tennesse Williams. Se estrenó en Broadway en 1947 y un año después ganó el premio Pulitzer en la categoría drama. Su versión fílmica se estrenó en 1951, dirigida por Elia Kazan y protagonizada por Marlon Brandon y Vivien Leigh.
Primer acto: el choque de mundos
La fábula se ubica en Nueva Orleans, en un barrio francés devenido vecindad de inmigrantes. Allí llega Blanche DuBois, una mujer muy elegante que desentona con el decorado, con una pequeña maleta y un trocito de papel, busca a su hermana Stella, completamente incrédula de que pueda vivir en semejante decadencia.
En este inicio, Williams nos muestra el lado B de esta bella dama, que, mientras espera en el departamento a que llegue su hermana, se sirve dos buenos vasos de whisky, muy poco usual para una señorita.
El reencuentro con su hermana Stella es tenso, desagradable: Blanche intenta hacer como si estuviera todo bien, pero a las pocas líneas le reprocha estar en esa casa, bebe otros dos vasos de whisky, critica el aspecto de su hermana, pide una estadía indefinida en su casa.
Confesión
Finalmente, confiesa que se perdió la finca del campo de su infancia, Belle Rêve. Como es una mujer inteligente, esta confesión la hace con un ataque: ella tuvo que hacerse cargo de los fallecimientos de todos su familiares (lo que, obviamente, cuesta mucha plata), mientras que Stella estaba “en la cama con [su] polaco” (Williams: pp13).
La llegada de Stanley, el marido polaco, aunque cordial, muestra a la clara la distancia social entre ellos. Distancia que se acrecienta cuando el polaco se entera de la pérdida de Belle Rêve (sin un boleto de compra-venta ni nada) y no puede evitar hacer relaciones con el abundante guardarropa de su cuñada. Pero Blanche le entrega todos los papeles de la finca y con esto, parece dar por concluida la discusión.
Dinámica familiar
En la siguiente escena ya conocemos a fondo la dinámica familiar. Blanche y Stella llegan a un paseo al teatro para encontrar la noche de póker de Stanley y sus amigotes, todos muy borrachos. De este grupo masculino hay uno que destaca: Mitch, un hombre sensible, muy preocupado por su madre enferma. Blanche saca los colmillos y no demora en intentar seducirlo, pero Stanley la interrumpe con un berrinche de borracho que termina con una discusión conyugal con Stella y con los amigos agarrando al polaco para que no le pegue a su mujer embarazada. Blanche rescata a Stella y se la lleva a la casa de la vecina de arriba, pero es suficiente que Stanley, arrepentido, grite algunas veces el nombre de su mujercita (Stellaaaa!, Stellaaa!!) para que ésta baje y lo bese apasionadamente. Blanche, completamente desorientada, ve por primera vez, la relación tóxica de su hermanita.
Al día siguiente, Blanche increpa a Stella, planifica la huída de ambas de ese lugar con oídos sordos a la afirmación de su hermana de no querer escapar de ningún lado. Sin ser detectado por ninguna, Stanley llega a su casa sólo para escuchar a su cuñada: “Stanley actúa como un animal, tiene los hábitos de un animal! ¡Come como un animal, se mueve como un animal, habla como un animal! ¡Hasta hay en él algo subhumano!” (Williams, pp 53). Stanley, bien zorro, escucha el gran discurso contra él y luego se digna a entrar, donde es abrazado fogosamente por su esposa ante los ojos incrédulos de Blanche.
Segundo acto: buscando una salida
El segundo acto comienza con Blanche fabulando: le escribe a un amigo de la adolescencia, Shep, un magnate del petróleo, le inventa una vida de viajes y lujos y lo tantea para encontrarse con él y ver si logra sacarle algún billete y escapar de esa pocilga. En simultáneo, escuchamos una discusión entre los vecinos de arriba muy similar a la de Stella y Stanley el acto anterior.
Stanley llega a la casa para atemorizar a Blanche: dice que un amigo suyo que viaja mucho a Laurel (de donde viene Blanche), cree haberla visto en un hotel barato llamado El Flamenco. Claramente Blanche desmiente todo, pero empieza a temer por el final de su mascarada.
Blanche tiene una cita con Mitch, está muy nerviosa porque parece que él es la única salida posible de ese lugar, pero, justo antes de que llegue el pretendiente a buscarla para la cita hace algo de lo más extraño: seduce y hasta besa a un cartero que viene a cobrar algún asunto… nuestra protagonista parece tener una pequeña compulsión.
Necesidad mutua
La cita con Mitch no parece haber sido gran cosa, pero aparentemente ambos necesitan del otro: Blanche para salir de esa casa y Mitch para tranquilizar a su madre antes de que muera. Lo más interesante de esta escena es un recuerdo que comparte Blanche, sobre su primer y único amor, con quien se había casado.
Al parecer, el joven había sido descubierto por su reciente esposa teniendo sexo con otro hombre. Ambos fingieron demencia y se fueron juntxs a una fiesta donde sonaba “La Varsoviana” (un tema que se repite varias veces durante la obra). En medio de la borrachera, ella le dijo, que lo había visto y que le daba asco, tras lo cual, el jóven salió corriendo y se suicidó con un disparo en la boca.
“Y entonces, el reflector que iluminaba el mundo se apagó y nunca hubo para mí desde aquel día una luz más intensa que la de esta vela de cocina…” (Williams, pp70).
Tercer acto: decadencia y final
El tercer y último acto arranca con todo: en los preparativos del festejo de cumpleaños de Blanche, mientras la señora se toma uno de sus largos baños de inmersión en el único baño del pequeño departamento, Stanley viene con noticias a su esposa de su amigo que viaja a Laurel. Al parecer Blanche no sólo se hospedó en El Flamenco, este hotel de mala reputación, sino que fue expulsada por conducta inapropiada. Porque Blanche se encamaba con todo un campamento militar que paraba en la ciudad. Y la gota que derramó el vaso fue que la echaron de la escuela donde daba clases de inglés por haber tenido relaciones con un estudiante de 17 años. Con todos estos antecedentes, el alcalde de Laurel la echó del pueblo.
Stanley también le confiesa a Stella que Mitch ya está enterado de todo el asunto y que es muy posible que no se presente al festejo de cumpleaños.
Lo hermoso de esta escena es que mientras esto acontece, desde el baño se la escucha cantar a Blanche
“Sólo es una luna de papel, todo lo falsificado que puede ser, pero no sería una mentira si creyeras en mí.” (Williams, pp74).
Tensión
La escena del cumpleaños es sumamente tensa: la silla vacía de Mitch, la sonrisa falsa de Blanche y el hartazgo de Stanley que lo lleva a romper su plato contra el suelo. Blanche sabe que algo pasó pero su hermana niega todo. La noche la corona el regalo de Stanley: un boleto en colectivo a Laurel el siguiente Martes. La escena termina con contracciones de Stella que obliga a la pareja a correr al hospital.
Luego de este terrible festejo, Blanche está fuera de sí: “ha estado bebiendo para huir de la sensación de catástrofe que la está envolviendo” (Williams pp83) son las indicaciones de Tennessee. Cuando llega Mitch para increparla sobre lo que escuchó de Stanley, ella parece simplemente loca. Mitch está harto y comienza a prender todas las luces del departamento: nunca ha podido verla bien, ella esconde su verdadera edad en la penumbra.
“no quiero realismo, quiero… ¡magia” grita Blanche “Trato de darle eso a la gente. Le transgiverso las cosas. No le digo la verdad. Le digo lo que debiera ser la verdad. ¡Y si eso es un pecado, que me condenen por él!” (Williams, p 86) A continuación de lo cual le confiesa a Mitch todo lo ocurrido: intentaba tapar el vacío de su corazón teniendo relaciones con extraños. El deseo es lo opuesto a la muerte.
Más tarde llega Stanley, que se propone a dormir un rato antes de la llegada de su hijo. Blanche está vestida con un traje de noche sucio, una tiara en la cabeza, completamente ebria. Le dice a Stanley que recibió una llamada del millonario del petróleo para que vaya a reunirse con él… y que Mitch, luego de su desplante volvió con rosas a pedirle perdón. Stanley, harto de sus mentiras se abalanza contra ella:
“¡Usted viene aquí y lo salpica todos con polvo y con el vaporizador de perfume […] el apartamento se convierte en Egipto y usted en la reina del Nilo! ¡Sentada en su trono, bebiendo mi licor!”.
Blanche rompe una botella ante la violencia de Stanley, pero este la doblega, la levanta en sus brazos y la lleva a su cama.
Última escena
La última escena sucede varios días después. Stella volvió del hospital y está acomodando las cosas de Blanche en las valijas, mientras su hermana se baña. Al parecer Blanche contó lo sucedido con Stanley pero ella decide no creerle. Con la vecina de arriba le inventaron una mentira: que se va de vacaciones con el petrolero millonario.
“En el porche aparece un Hombre extraño y toca el timbre.” (Williams, p 101) son las indicaciones del autor. Stanley se cerciora de que es el médico. La escena es espantosa: Blanche nota que algo raro sucede, la vecina detiene a Stella para que no entre y Mitch se pelea con Stanley culpándolo de todo. Finalmente, “el hombre extraño ayuda a incorporarse a Blanche. […] Ella lo mira vacilante […], sonríe, como si viera a un nuevo galán.” Blanche dice “Quienquiera que sea usted… yo he dependido de la bondad de los extraños” y sale con él hacia el manicomio.
En caída libre
Es claro que el hilo conductor de la trama va, sin distracciones, a mostrarnos el declive del personaje principal. Blanche DuBois llega a la casa de su hermana como la última esperanza de salvación, pero el encuentro con un sujeto tan diferente a ella, no sólo por lo tosco, sino también por lo pragmático, la llevan a la destrucción. Su hermana Stella parece ser su única esperanza y Blanche intenta por todos los medios separarla de su marido luego de la pelea, pero la reconciliación de éstos la deja más sóla y pérdida que nunca. Cuando Stanley se entera de los intentos de su cuñada por sacarlo del medio, comienza su contraataque para desenmascararla.
El otro rayo de esperanza aparece con un hombre: Mitch. Pero su presencia parece sólo estar puesta para hacer más desgarrador su caída libre.
La escena del cumpleaños es el principio del fin, la tensión se siente en el aire, la ausencia de Mitch deja a Blanche indefensa y Stanley aprovecha para dar la estocada final con ese regalo de mal gusto.
La última estrategia de Blanche con Mitch es decir toda la verdad, pero eso sólo la hace hundirse más y más.
Sin salida
En la anteúltima escena, Blanche está completamente indefensa, su hermana no sólo se encuentra ausente moral sino que también físicamente: está en el hospital esperando su parto. Ella busca resguardo en lo único que conoce: la fantasía; se pone su atuendo de noche, sus joyas y baila en la casa completamente ebria. En ese contexto, llega Stanley t termina de destruirla con la expresión más cruda del acto sexual: la violación.
En la última escena, ya perdimos a Blanche. Stella, con su nuevo hijo procura por su estabilidad familiar, y, aunque no está convencida de la decisión de su marido de mandar a su hermana a un hospicio, no hace nada para impedirlo. Blanche, en su último parlamento, da cuenta que volvió a refugiarse en su caparazón de fantasía, al proyectar en el médico a un nuevo galán.
Las fuerzas que operan
Blanche es la protagonista de la pieza, su refinamiento y delicadeza están simbolizadas en su nombre que significa en español, Blanca del Bosque. Pero es un personaje dual: no sólo su nombre, sino sus costumbres supuestamente anticuadas del sur de Estados Unidos contrastan con su pasado libertino. A su vez, sus treinta años en esa época la ubican como una solterona.
Ese encanto perdido es lo que intenta rescatar con sus elegantes atuendos y sus formas de actriz hollywoodense sostenidas por la penumbra en la que intenta resguardarse durante toda la pieza. El presente es hostil, lo que la lleva a inventarse una realidad y a beber de manera enfermiza hasta que se haga verdad.
Stella es todo el amparo que le queda a Blanche y la única que podría ayudarla a reedificar su sueño. Pero ella logró rearmar su vida, dejando atrás su pasado de lujos en pos de una vida más simple con el amor de un hombre. Es gracias a Stanley que puede sobrevivir una vez que el sueño sureño se ha extinguido. La llegada de Blanche trae un mundo de contradicciones que ella ya había resuelto en su interior, empieza a recriminarle cosas a Stanley. Pero finalmente decide tomar el camino seguro y mantener la venda en sus ojos para ser productiva en ese universo al convertirse madre.
Verdugo
Stanley es el verdugo de los planes de Blanche, el representante de la realidad más cruda. A diferencia de las hermanitas, el único camino que conoce es el del trabajo y el esfuerzo. Dentro del universo donde se desarrolla la obra, Stanley es un hombre apto: posee la fuerza necesaria para proveer a su familia. Además, utiliza la rudeza y la crueldad para proteger lo que es propio.
Pero, “a pesar de la imagen de hombre duro y de un comportamiento rudimentario, devela la inseguridad que le provoca la sola idea de perder a Stella, su mujer. Y también la vida que ha construido a su lado; misma que se ve amenazada por la llegada de Blanche —la hermana mayor de su esposa— a sus vidas. Así pues, a pesar de que Kowalski pueda aparentemente conducirse como un hombre de hielo, es justamente su miedo e inseguridad lo que detona el antagonismo entre él y su cuñada.” (Álvarez, 2019: p29).
Es por eso que no duda en usar todo lo que está a su alcance para destruirla.
Las temáticas de Tennessee
Como vimos en el artículo anterior, estas temáticas son muy comunes en el universo del autor: la melancolía por un pasado perdido, la imposibilidad de los personajes por encajar en su entorno, la contraposición entre realidad y fantasía, la locura y el alcoholismo, el libertinaje sexual e incluso la vergüenza de la homosexualidad. Todos estos condimentos están presentes en esta obra.
En la pantalla grande
Su versión fílmica, quizás más famosa que la obra de teatro, tiene algunas modificaciones con respecto al guión teatral. Y que son dignas de mención y que tuvieron relación sobre todo con los códigos morales de la época.
- Se excluye la homosexualidad del marido de Blanche y sólo ella menciona que lo mató por llevarlo al suicidio
- No es del todo clara la escena de la violación, ya que eliminaron algunos textos de Stanley por la censura.
- Por castigo por lo sucedido con su hermana, Stella decide abandonar a Stanley.
Otro dato que es interesante es que el director, Elia Kazan, toma la interesante decisión de reducir el departamento de los Kowalski a medida que avanza la trama. Para que el espectador sintiera la claustrofobia que siente la protagonista.
¡A rodar!
Elia Kazan, que también había dirigido su versión teatral no quería rodar la película ya que estaba satisfecho con su trabajo. Pero fue Tennessee quien lo convenció y la película terminó ganando 4 Oscars:
- Oscar a la Mejor actriz (Vivien Leigh),
- Mejor actor de reparto (Karl Malden)
- Oscar a la Mejor actriz de reparto (Kim Hunter) y
- Mejor dirección de arte en blanco y negro.
Marlon no ganó ninguno… raro, ¿no?
Referencias bibliográficas:
Williams Tennessee, Un tranvía llamado deseo, Librodot.com. Recuperado de https://www.grupoemergente.com/_files/ugd/0efdf8_d852fc35b8574e78b119ce6304df0baf.pdf
Farrit Gutiérrez Álvarez (2019), Pedro, Vigencia de la obra dramática Un tranvía llamado Deseo de Tennessee Williams dentro del contexto del Siglo XXI, Toluca: Universidad del Estado de México, Facultad de Humanidades.
Un tranvía llamado deseo y una mujer llamada Vivien Leigh, Noviembre 2013, recuperado de https://conproyector.blogspot.com/2013/11/un-tranvia-llamado-deseo-y-una-mujer.html